FP llama la atención este mes en un interesante artículo sobre un fenómeno real y preocupante: cómo el ascenso del capitalismo en el mundo está minando la vitalidad de los sistemas democráticos, debido fundamentalmente a la presión que ejercen las empresas sobre las instituciones para mejorar sus resultados. Esta presión incapacita a la sociedad para resolver problemas cruciales, como son las necesidades básicas o el cambio climático, pero no anula la responsabilidad de los ciudadanos para mejorar las cosas. La reflexión es una llamada de atención que, aunque prudente, no deja de ser actual y oportuna.