Asia capitaliza la posible clonación humana debido a las creencias religiosas

Importantes científicos emigran de Europa y USA en busca de más posibilidades de investigación


La clonación humana es un tema candente desde la perspectiva moral y religiosa. Para las tradiciones religiosas occidentales, que consideran que los embriones ya tienen dignidad humana y alma, resulta pecaminoso dañarlos. Sin embargo, para las tradiciones religiosas orientales, el problema no es tal. Esta valoración social subyacente sobre la clonación propicia indirectamente políticas que la apoyan o la rechazan en ambas partes del mundo. Así, mientras Occidente se resiste, en Oriente parece que se abren cada vez más posibilidades de investigación. Por Olga Castro-Perea.


Olga Castro-Perea
12/12/2007

El diario The New York Times ha analizado en un artículo la posibilidad de que la primera clonación humana no se dé en Occidente sino en Oriente, dadas las creencias religiosas existentes en uno y otro lado del mundo, que difieren profundamente en cuestiones biotecnológicas.

Recientemente, la clonación ha vuelto a salir a la luz pública como consecuencia del anuncio, por parte de científicos de la Oregon Health and Sciencie University, de la utilización de la clonación de embriones de primates para extraer de ellos células madre con un método que podría funcionar también en humanos.

Los primates son una especie muy cercana a la nuestra, por lo que parece ahora más plausible que antes que un embrión humano sea clonado e, incluso, que llegue a formarse completamente, hasta producir a un individuo. Lo que plantea en este punto el New York Times es que este logro, tal vez, no llegue a darse en Europa y Estados Unidos, hasta ahora a la cabeza en investigación dentro de este campo.

Problemas morales

Los problemas morales de la clonación no son nada fáciles de resolver. Cierto es que, de desarrollarse completamente la técnica y con la utilización única de los embriones para la obtención de células madre, se abrirían muchas posibilidades terapéuticas: órganos para transplantes, erradicación de enfermedades genéticas, etc.

Sin embargo, la clonación también tiene un lado oscuro: la posibilidad de que, llevada a último término, nazcan niños con diversas malformaciones o con trastornos genéticos incurables, e incluso la limitación a largo plazo de la diversidad genética, esencial para que nuestra especie no se extinga.

Desde el punto de vista religioso, además, en Occidente la clonación se enfrenta a un gran obstáculo, como explica el New York Times: Dios, tal y como lo definen las religiones occidentales.

Por otro lado, el uso de embriones humanos para la obtención de células madre con fines curativos ha sido condenado en diversas ocasiones por los líderes religiosos al considerarse, tal y como publica Catholic.net, que desde el momento de la concepción los embriones poseen dignidad humana y se hallan bendecidos con el don de la vida. Para dichos líderes, la clonación terapéutica es una instrumentalización de un ser humano, sacrificado en provecho de otros.

Fuga de cerebros

Mientras las críticas arrecian en Occidente, obstaculizando los procesos de investigación, algunos prominentes científicos occidentales comienzan a emigrar a Asia, como los genetistas Nancy Jenkins y Neal Copeland, anteriormente miembros del National Cancer Institute de Estados Unidos, instalados ahora en Singapur.

Y es que, tal y como publicaba el New York Times en otro artículo anterior, Singapur, muy conservador en la mayoría de los temas sociales, está emergiendo actualmente como un importante centro de investigación en células madre, gracias principalmente a leyes liberales en este campo y a la financiación gubernamental.

Asia, señala el diario, ofrece a los investigadores nuevos laboratorios, menos restricciones y una visión diferente de la divinidad y de la vida después de la muerte. Por ejemplo, en Corea del Sur, cuando Hwang Woo Suk y su equipo anunciaron, en 2004, que habían conseguido clonar por vez primera un embrión humano (a finales de 2005 se demostró que algunos de sus estudios estaban basados en datos falsificados), estos científicos justificaron la clonación citando la creencia budista en los ciclos de la reencarnación.

De hecho, una vez destapado el fraude de Hwang, sus investigaciones pasaron a estar patrocinadas por la principal orden budista de Corea del sur, que defiende que la investigación con embriones está acorde con los preceptos budistas.

Diferentes visiones

Las religiones asiáticas no ven tanto problema en la biotecnología como las occidentales, señala Cynthia Fox, autora del libro “Cell of Cells ", sobre la perspectiva global de este problema. De hecho, la clonación terapéutica casa bien con las ideas de la reencarnación de budistas e hinduistas.

De hecho, China, India y Singapur han promulgado leyes concretas de apoyo a la clonación de embriones para la investigación médica, mientras que, en Europa, está prohibida en más de una docena de países, incluyendo Francia y Alemania. España se ha convertido recientemente en el cuarto país europeo en aceptar y legislar la clonación terapéutica con la aprobación definitiva, el junio pasado, de la Ley de Investigación Biomédica.

El biólogo molecular Lee M. Silver, de la universidad de Princeton, ha publicado en su libro “Challenging Nature” que mucha gente de los países hindúes y budistas pertenecen a una tradición en la que no existe un único Dios, sino varios o ninguno, y en la que no existe un plan maestro para el universo. Los espíritus son eternos y la virtud individual o karma es lo que determina lo que ocurre a cada espíritu en la próxima vida.

En un entorno ideológico como el descrito, parece más fácil que los avances en este campo se produzcan en Oriente, mientras que en Occidente, con mentalidad judeo-cristiana, es decir, con la consideración de cada embrión como un ser humano con alma, resulta escandaloso el uso de la creación o destrucción de dichos embriones. Tal vez por todas estas consideraciones, a largo plazo llegue a ser cierto que el futuro de esta tecnología está en Oriente.



Olga Castro-Perea
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