Compañías como Belkin, Vonage, Skype (de eBay) y T-Mobile (de Deutsche Telekom) venden ya modelos de teléfonos que permiten realizar llamadas gratuitas a través de la conexión a Internet (de otros en algunos casos), sacando partido de los cientos de miles de puntos de acceso Wi-Fi instalados en cafeterías, aparcamientos, negocios e incluso hogares.
Belkin, por ejemplo, informa en su página web del lanzamiento de un nuevo modelo de teléfono que realiza llamadas a través de redes Wi-Fi. Por su parte, Vonage ofrece el WiFi UTStarcom F1000, que cabe en el bolsillo y que utiliza el servicio Vonage a través de conexión a los puntos de acceso a Internet sin cables de todo el mundo (puntos Wi-Fi) y Skype, por su parte, ofrece el NetGear Skype Wi-Fi Phone.
Esta situación provoca diversas cuestiones legales y éticas, porque los clientes se aprovecharían de puntos de acceso pagados por otras personas, en beneficio de los fabricantes de estos móviles, que venden un servicio que ellas ni siquiera suministran.
Por otro lado, está el problema de que las señales que detectan los móviles vía Wi-Fi privados no son iguales en todo momento, y su uso puede afectar a la calidad de la señal de los que están pagando dichos puntos de acceso.
Importantes limitaciones
Son limitaciones que hacen que esta tecnología tan sólo comience a emerger tímidamente a nivel comercial. El espectro de radiofrecuencia de los Wi-Fi carece de licencia y no está mantenido por ninguna compañía, por lo que la calidad de las llamadas no es fiable.
Si se quieren hacer llamadas desde cualquier lugar, se debe buscar un nuevo punto de conexión, además de arriesgarse a que la llamada falle. Otra de las limitaciones radica en que la tecnología Wi-Fi requiere de mucha energía, por lo que las baterías pueden agotarse rápidamente, en algunos casos, en tan sólo una o dos horas, comenta al respecto The New York Times.
Por eso, T-Mobile por ejemplo está permitiendo que sus clientes prueben teléfonos que pueden funcionar tanto con la red telefónica normal como con el Wi-Fi. Esta flexibilidad ofrece la posibilidad de elegir la conexión que se quiera establecer en cada momento.
Una alternativa amenazante
Esta tecnología, a nivel general, podría amenazar el dominio de las telecomunicaciones tradicionales, al ofrecer una alternativa distinta de voz y transmisión de datos. Pero los expertos señalan que aún no está lista para su expansión en el mercado.
El sistema no asegura la ubicuidad de los teléfonos móviles, y aún no está preparado. Además, puede resultar invasivo para los usuarios de los puntos de acceso Wi-Fi necesarios para que los clientes de las compañías hablen.
Para los que paguen el Wi-Fi, no habrá ninguna indicación clara de que alguien les está pirateando la señal para hablar por teléfono, lo que resultaría un verdadero abuso, a no ser que mucha gente los tenga y todos puedan aprovecharse de los de los demás.
Este fenómeno de “parasitismo” de las señales ya se da con los ordenadores portátiles con conexión Wi-Fi, que también han abierto el debate porque utilizar una conexión sin permiso constituye una forma de acceso no autorizada.
La solución sería que los compradores de puntos de acceso Wi-Fi pidieran contraseñas que limitaran el uso de las señales. Sin embargo, ¿no sería mejor que se creara una red común de puntos Wi-Fi que sirviera para todos?
Belkin, por ejemplo, informa en su página web del lanzamiento de un nuevo modelo de teléfono que realiza llamadas a través de redes Wi-Fi. Por su parte, Vonage ofrece el WiFi UTStarcom F1000, que cabe en el bolsillo y que utiliza el servicio Vonage a través de conexión a los puntos de acceso a Internet sin cables de todo el mundo (puntos Wi-Fi) y Skype, por su parte, ofrece el NetGear Skype Wi-Fi Phone.
Esta situación provoca diversas cuestiones legales y éticas, porque los clientes se aprovecharían de puntos de acceso pagados por otras personas, en beneficio de los fabricantes de estos móviles, que venden un servicio que ellas ni siquiera suministran.
Por otro lado, está el problema de que las señales que detectan los móviles vía Wi-Fi privados no son iguales en todo momento, y su uso puede afectar a la calidad de la señal de los que están pagando dichos puntos de acceso.
Importantes limitaciones
Son limitaciones que hacen que esta tecnología tan sólo comience a emerger tímidamente a nivel comercial. El espectro de radiofrecuencia de los Wi-Fi carece de licencia y no está mantenido por ninguna compañía, por lo que la calidad de las llamadas no es fiable.
Si se quieren hacer llamadas desde cualquier lugar, se debe buscar un nuevo punto de conexión, además de arriesgarse a que la llamada falle. Otra de las limitaciones radica en que la tecnología Wi-Fi requiere de mucha energía, por lo que las baterías pueden agotarse rápidamente, en algunos casos, en tan sólo una o dos horas, comenta al respecto The New York Times.
Por eso, T-Mobile por ejemplo está permitiendo que sus clientes prueben teléfonos que pueden funcionar tanto con la red telefónica normal como con el Wi-Fi. Esta flexibilidad ofrece la posibilidad de elegir la conexión que se quiera establecer en cada momento.
Una alternativa amenazante
Esta tecnología, a nivel general, podría amenazar el dominio de las telecomunicaciones tradicionales, al ofrecer una alternativa distinta de voz y transmisión de datos. Pero los expertos señalan que aún no está lista para su expansión en el mercado.
El sistema no asegura la ubicuidad de los teléfonos móviles, y aún no está preparado. Además, puede resultar invasivo para los usuarios de los puntos de acceso Wi-Fi necesarios para que los clientes de las compañías hablen.
Para los que paguen el Wi-Fi, no habrá ninguna indicación clara de que alguien les está pirateando la señal para hablar por teléfono, lo que resultaría un verdadero abuso, a no ser que mucha gente los tenga y todos puedan aprovecharse de los de los demás.
Este fenómeno de “parasitismo” de las señales ya se da con los ordenadores portátiles con conexión Wi-Fi, que también han abierto el debate porque utilizar una conexión sin permiso constituye una forma de acceso no autorizada.
La solución sería que los compradores de puntos de acceso Wi-Fi pidieran contraseñas que limitaran el uso de las señales. Sin embargo, ¿no sería mejor que se creara una red común de puntos Wi-Fi que sirviera para todos?