Algunos comportamientos humanos tienen antecedentes evolutivos

Hay pájaros que ayudan a otros a aparearse y otros que actúan como mafias humanas


Dos descubrimientos recientes sobre los comportamientos de dos tipos diferentes de pájaros sugieren que algunos comportamientos humanos tienen antecedentes evolutivos y que por ello no son exclusivamente de naturaleza genética. El primer descubrimiento se refiere a unos pájaros machos que ayudan a otros machos a conseguir aparearse con una hembra, tal como ocurre frecuentemente entre jóvenes de nuestra especie. El segundo descubrimiento se refiere a pájaros que adoptan comportamientos que identificamos propios de las mafias humanas: obligan a otros pájaros a cuidar sus huevos bajo la amenaza de destruir su propio nido si no acepta. Por Eduardo Martínez.


Eduardo Martínez
04/04/2007

Saltarin cola de lanza. Foto: Emily Duval.
Dos descubrimientos recientes han puesto de manifiesto que el comportamiento humano, y no solamente el cuerpo físico, tiene antecedentes evolutivos con interacciones complejas sobre la voluntad de las personas.

El primer descubrimiento se consiguió observando los pájaros saltarines cola de lanza (Chiroxiphia lanceolata) de Panamá. La bióloga de la Universidad de California-Berkeley, Emily DuVal, descubrió que los pájaros saltarines cola de lanza machos bailan en pareja para impresionar a una hembra que los observa.

Lo llamativo es que uno de los machos danzarines está ayudando voluntarimente al otro a conquistar a la hembra, lo que desvela un comportamiento solidario con el macho dominante sin esperar una recompensa inmediata.

Aparentemente, estos machos que ayudan a otro a conquistar a una hembra tienen más posibilidades de convertirse posteriormente en machos dominantes, lo que supone que en el futuro otro macho del grupo le ayudará a él a conquistar a otra hembra.

Dominantes y colaboradores

Según se desprende de las observaciones realizadas por DuVal, los machos subordinados se convierten en dominantes mucho más frecuentemente que los que no han colaborado con un macho dominante en la conquista de una hembra, aunque en otro territorio diferente al que han participado en la danza del macho dominante.

Incluso se ha observado que cuando el sitio de un macho dominante está vacante, no lo asumen los machos secundarios si no han contribuido previamente al éxito en el apareamiento de otro macho dominante.

Los resultados de esta investigación sugieren, según su autora, que los machos secundarios desarrollan un proceso de aprendizaje antes de decidirse a desempeñar el papel de macho dominante y proceder a fecundar a una hembra con la ayuda de otro macho.

Este comportamiento desvela un sistema social complejo y según Duval puede compararse al que recurren frecuentemente los jóvenes humanos en una discoteca o lugar de reunión para ayudar a un chico a conquistar a una chica.

Según el estudio de Duval, que publica la revista American Naturalist, este comportamiento solidario entre chicos puede tener un antecedente evolutivo en el comportamiento de los pájaros panameños.

Pájaros mafiosos

Otro descubrimiento abunda en esta teoría: el observado en los pájaros llamados vaqueros, tal como informa al respecto un comunicado de la Universidad de Florida. Los llamados vaqueros son pájaros parásitos que depositan sus huevos (hasta 15 cada vez) en los nidos de otras aves.

Se han encontrado huevos de esta familia de pájaros vaqueros en los nidos de otras 220 especies de América del Norte. Los pájaros que acogen estos huevos los incuban y alimentan como si fueran propios, en detrimento de sus propias crías.

Cuando los investigadores Jeffrey Hoover y Scott Robinson, biólogos del Illinois Natural History Survey en Champaign, intentaron averiguar por qué los pájaros receptores no destruían los huevos extraños, descubrieron que si alguno de los pájaros los rechazaban, los vaqueros volvían y destruían todo el nido.

Aparentemente, los pájaros vaqueros no se limitan a sembrar sus huevos por diferentes nidos ajenos, sino que los vigilan de cerca para asegurarse de que los pájaros encargados del nido sacan adelante a sus crías.

Es más, el depósito de huevos no se produce en nidos vacíos, sino en los que ya existen huevos de otras especies. De esta forma, la amenaza de la destrucción pesa sobre los huéspedes del nido, que de esta forma renuncian a expulsar a los huevos ajenos para evitar la destrucción de los propios.

Jeff Hoover y sus colegas experimentaron con 182 nidos durante cuatro temporadas de crianza, retirando los huevos parásitos de los pájaros vaqueros, para observar su reacción: los pájaros vaqueros destrozaron el 56% de los nidos en los que sus huevos fueron rechazados, frente a tan sólo el 6% en los que fueron aceptados.

Otro detalle resultado de la investigación es que los vaqueros destruyen los nidos de otras especies que no son utilizados para obligar a su reconstrucción. De esta forma consiguen que los nidos estén activos cuando se produce su puesta de huevos: los vaqueros depositaron sus huevos en el 85% de los nidos reconstruidos por la especie víctima.

Este estudio, publicado en los Proceedings de la National Academy of Sciences de Estados Unidos, evoca los comportamientos mafiosos corrientes en las sociedades humanas.

Nuevas cuestiones

Ambos estudios suscitan nuevas cuestiones acerca del papel de la evolución en los comportamientos humanos, independientemente de los que pueda aportar la información genética que se transmite de generación en generación.

Algunos científicos sugieren que la mayor parte del conocimiento humano está dirigido por tendencias innatas y que el comportamiento humano tienen antecedentes evolutivos. Los estudios sobre estos tipos de pájaros tienden a dar la razón a estos científicos.

Tal como explica al respecto el profesor Simón Royo Hernández, el papel de la conducta en la evolución, aunque se manejan varias hipótesis, sigue siendo un enigma, que biólogos y psicólogos se esfuerzan por resolver.

Los estudios sobre los pájaros vaqueros y los saltarines refuerza el criterio de la sociobiología, disciplina que investiga las bases biológicas de las conductas sociales de los animales como la cooperación, la agresión, la territorialidad, los sistemas sociales y la elección de pareja. Según la sociobiología, para entender completamente el comportamiento de las especies animales, incluida la especie humana, hay que analizarlo desde sus orígenes evolutivos.

El análisis de la evolución de las sociedades ha descubierto asimismo que las hormigas han desarrollado comportamientos muy cercanos a algunos comportamientos humanos. Por ejemplo, hay hormigas esclavistas, capaces de someter a otras especies de hormigas para que trabajen para ellas en el hormiguero. También hormigas ganaderas, que crían pulgones con el objetivo de extraer de ellos un líquido azucarado del cual se sirven con fines alimentarios, hormigas agricultoras, capaces de producir por siembra hongos que luego utilizan para dar alimento a los pulgones, etc.

Asimismo, uno de los más importantes primatólogos, Frans de Waal, afirma que algunas especies de grandes monos son capaces de expresar altruismo, compasión, empatía, amabilidad, paciencia y sensibilidad, atributos tradicionalmente considerados como exclusivos de la especie humana.



Eduardo Martínez
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