Foto: Akuppa. Fuente: Everystockphoto.
Una nueva investigación de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) ha revelado que los beneficios del ejercicio son mayores que los efectos nocivos de la contaminación del aire, en relación con el riesgo de mortalidad prematura.
El estudio muestra que, por tanto, a pesar de los efectos adversos de la contaminación atmosférica sobre la salud, dicha contaminación no debe percibirse como una barrera para hacer ejercicio físico en las zonas urbanas.
"Incluso para los que viven en las zonas más contaminadas de Copenhague, es más saludable salir a correr, caminar o ir en bicicleta a trabajar que permanecer inactivo", asegura la profesora del Centro de Epidemiología y Proyección de dicha universidad, Zorana Jovanovic Andersen, en un comunicado institucional. Los resultados de la investigación se han publicado en la revista Environmental Health Perspectives.
Aún así, mejor en zonas verdes
Es bien conocido que la actividad física reduce el riesgo de mortalidad prematura, mientras que la contaminación del aire lo aumenta.
La actividad física, sin embargo, amplifica la entrada, a través de la respiración, y la acumulación de contaminantes del aire en nuestros pulmones. Esto puede aumentar los efectos nocivos de dicha contaminación.
Por eso, "la contaminación atmosférica es a menudo percibida como una barrera para hacer ejercicio en zonas urbanas. Sin embargo, dada los problemas de salud crecientes derivados de las también crecientes inactividad física y obesidad en las sociedades modernas, nuestros resultados proporcionan apoyo a los esfuerzos para promover el ejercicio, incluso en zonas urbanas con alta contaminación ", asegura Andersen.
Aún así, se recomienda que se haga ejercicio en áreas verdes, como parques o bosques, en las que la contaminación del aire es baja; o lejos de las carreteras más transitadas, siempre que sea posible.
El estudio muestra que, por tanto, a pesar de los efectos adversos de la contaminación atmosférica sobre la salud, dicha contaminación no debe percibirse como una barrera para hacer ejercicio físico en las zonas urbanas.
"Incluso para los que viven en las zonas más contaminadas de Copenhague, es más saludable salir a correr, caminar o ir en bicicleta a trabajar que permanecer inactivo", asegura la profesora del Centro de Epidemiología y Proyección de dicha universidad, Zorana Jovanovic Andersen, en un comunicado institucional. Los resultados de la investigación se han publicado en la revista Environmental Health Perspectives.
Aún así, mejor en zonas verdes
Es bien conocido que la actividad física reduce el riesgo de mortalidad prematura, mientras que la contaminación del aire lo aumenta.
La actividad física, sin embargo, amplifica la entrada, a través de la respiración, y la acumulación de contaminantes del aire en nuestros pulmones. Esto puede aumentar los efectos nocivos de dicha contaminación.
Por eso, "la contaminación atmosférica es a menudo percibida como una barrera para hacer ejercicio en zonas urbanas. Sin embargo, dada los problemas de salud crecientes derivados de las también crecientes inactividad física y obesidad en las sociedades modernas, nuestros resultados proporcionan apoyo a los esfuerzos para promover el ejercicio, incluso en zonas urbanas con alta contaminación ", asegura Andersen.
Aún así, se recomienda que se haga ejercicio en áreas verdes, como parques o bosques, en las que la contaminación del aire es baja; o lejos de las carreteras más transitadas, siempre que sea posible.
Un 20% menos de muertes prematuras
Este es el primer gran estudio de cohortes que examina los efectos conjuntos de la actividad física y de la contaminación atmosférica sobre la mortalidad.
En términos generales, un estudio de cohortes es un estudio epidemiológico, observacional, analítico, longitudinal prospectivo, en el que se hace una comparación de la frecuencia de enfermedad (o de un determinado desenlace) entre dos poblaciones, una de las cuales está expuesta a un determinado factor de exposición o factor de riesgo al que no está expuesta la otra.
La presente investigación se basó en datos de alta calidad, tanto relacionados con la actividad física como con la exposición a la contaminación del aire.
En total incluyó a 52.061 personas, de edades comprendidas entre los 50 y los 65 años. Todas ellas informaron, entre 1993 y 1997, de sus actividades de ocio físicas, entre ellas la práctica de deportes, el uso de la bicicleta para ir al trabajo y en el tiempo libre, la jardinería y caminar. Luego, los investigadores estimaron los niveles de contaminación del aire de tráfico en sus direcciones residenciales.
En total, 5.500 participantes murieron antes de 2010, pero se observó un 20% menos de muertes entre aquellos que hacían ejercicio que entre los que no lo hacían, incluso entre las personas que vivían en las zonas más contaminadas del centro de Copenhague y Aarhus, o cerca de carreteras más transitadas.
Andersen concluye que se debe tener en cuenta que "estos resultados corresponden a Dinamarca y a sitios con niveles de contaminación similares". En ciudades con niveles de contaminación más altos los resultados podrían no ser los mismos.
Este es el primer gran estudio de cohortes que examina los efectos conjuntos de la actividad física y de la contaminación atmosférica sobre la mortalidad.
En términos generales, un estudio de cohortes es un estudio epidemiológico, observacional, analítico, longitudinal prospectivo, en el que se hace una comparación de la frecuencia de enfermedad (o de un determinado desenlace) entre dos poblaciones, una de las cuales está expuesta a un determinado factor de exposición o factor de riesgo al que no está expuesta la otra.
La presente investigación se basó en datos de alta calidad, tanto relacionados con la actividad física como con la exposición a la contaminación del aire.
En total incluyó a 52.061 personas, de edades comprendidas entre los 50 y los 65 años. Todas ellas informaron, entre 1993 y 1997, de sus actividades de ocio físicas, entre ellas la práctica de deportes, el uso de la bicicleta para ir al trabajo y en el tiempo libre, la jardinería y caminar. Luego, los investigadores estimaron los niveles de contaminación del aire de tráfico en sus direcciones residenciales.
En total, 5.500 participantes murieron antes de 2010, pero se observó un 20% menos de muertes entre aquellos que hacían ejercicio que entre los que no lo hacían, incluso entre las personas que vivían en las zonas más contaminadas del centro de Copenhague y Aarhus, o cerca de carreteras más transitadas.
Andersen concluye que se debe tener en cuenta que "estos resultados corresponden a Dinamarca y a sitios con niveles de contaminación similares". En ciudades con niveles de contaminación más altos los resultados podrían no ser los mismos.
Referencia bibliográfica:
Zorana Jovanovic Andersen, Audrey de Nazelle, Michelle Ann Mendez, Judith Garcia-Aymerich, Ole Hertel,8 Anne Tjønneland, Kim Overvad, Ole Raaschou-Nielsen, Mark J. Nieuwenhuijsen. A Study of the Combined Effects of Physical Activity and Air Pollution on Mortality in Elderly Urban Residents: The Danish Diet, Cancer, and Health Cohort. Environmental Health Perspectives (2015). DOI:10.1289/ehp.1408698.
Zorana Jovanovic Andersen, Audrey de Nazelle, Michelle Ann Mendez, Judith Garcia-Aymerich, Ole Hertel,8 Anne Tjønneland, Kim Overvad, Ole Raaschou-Nielsen, Mark J. Nieuwenhuijsen. A Study of the Combined Effects of Physical Activity and Air Pollution on Mortality in Elderly Urban Residents: The Danish Diet, Cancer, and Health Cohort. Environmental Health Perspectives (2015). DOI:10.1289/ehp.1408698.